El ensayo fotográfico. Contar una historia con un conjunto de fotografías.
Normalmente, cada fotografía documental, por sí misma, pretende
contar una pequeña historia con independencia de su calidad visual y artística.
Cuando podemos trabajar con un formato
más amplio, un conjunto de entre diez a quince imágenes, las posibilidades
narrativas se amplían considerablemente, pero nos exige una mayor planificación
si queremos dar coherencia al conjunto.
Eugene Smith está considerado como el padre del género que
se suele denominar “Ensayo Fotográfico” y aunque las variantes se pueden
considerar infinitas, también es cierto que hasta hoy en día todos ellos
responden a ciertos principios que han quedado inalterables con el paso del
tiempo. Por poner un ejemplo más actual, un modelo a seguir lo constituyen los
reportajes publicados habitualmente en la revista National Geographic. Sus
autores capturan imágenes que en muchas ocasiones ilustran un artículo escrito,
pero siguen siendo informativas sin el apoyo del texto. Además, tienen libertad
absoluta para desarrollar su creatividad y estilo característicos.
Los párrafos que siguen, son un compendio del saber de
algunos autores que me han servido como referencia, así como de mis propias
experiencias y pretenden dar unas pautas básicas para desarrollar un reportaje
documentalista que no esté basado únicamente en la intuición o la suerte del
fotógrafo.
Vayamos por pasos.
Dejando de lado los aspectos puramente fotográficos, es muy
importante conocer con la mayor profundidad posible los pormenores de la
historia que queremos contar.
Por un lado, una investigación previa, haciendo uso de la
información disponible en los libros o en la red, nos puede ayudar a comprender
más fácilmente cuales son los aspectos esenciales del tema que vamos a tratar.
En una segunda fase, la indagación in situ, nos
proporcionará ciertas claves que son exclusivas de nuestra historia. Explorar
la localización o conversar con los protagonistas o los testigos, pueden ser
factores clave para discernir qué tipo de imágenes pueden ser más efectivas.
Pasando al plano fotográfico, también podemos distinguir dos
tipos de aspectos: unos relacionados con la técnica y otros con la propia
narración y la creatividad artística.
En el plano técnico, los requerimientos en cuanto a equipo y
habilidad por parte del fotógrafo, varían notablemente según el tipo de
reportaje. Teniendo en cuenta que este artículo está fundamentalmente enfocado
a la documentación de eventos socio-culturales, se puede concluir que, si no
hay una acción trepidante y las condiciones de luz no son especialmente
extremas, cualquier cámara actual puede hacer el trabajo. Una compacta nos
puede limitar a la hora de conseguir enfoques selectivos, capturar acciones
rápidas o con poca luz, pero estas carencias las podemos suplir con el ingenio;
un equipo réflex básico actual (o sin espejo con objetivos intercambiables) nos
impondrá muy pocas restricciones.
Lo verdaderamente importante será tener una cierta destreza
para visualizar los momentos decisivos y manejar nuestra cámara con un mínimo
de solvencia para que no se nos escapen la mayoría de ellos.
Aunque en algunos fotógrafos el uso de una focal determinada
o de ciertos encuadres característicos son su “marca de estilo”, lo normal es
que se aconseje obtener la mayor variedad de encuadres posibles. Variar la focal,
el punto de vista, el formato o el diafragma utilizado, siempre nos ofrecerá un
abanico más amplio de posibilidades a la hora de realizar la selección final de
imágenes.
El último y más importante aspecto, es la planificación de
ciertos tipos de capturas que, basados en la experiencia de los especialistas,
sabemos que resultan de gran ayuda a la hora de conseguir un reportaje,
comunicativo, creativo y coherente.
La siguiente lista es sólo orientativa, y en ningún caso
obliga a utilizarla en su totalidad, pero es conveniente tenerla en cuenta para
que el trabajo sea un poco más fácil.
-
Una fotografía
de introducción. Normalmente su función es situar la historia en su entorno
o dar alguna pista del tono en el que vamos a desarrollar el reportaje. Su
realización en la práctica puede variar mucho, desde un plano general, hasta un
momento tan característico que casi suponga un resumen de todo el reportaje
(como una especie de portada).
-
Fotografías
de media distancia. Son las que describen de manera más explícita la acción
y sus protagonistas (que no necesariamente son siempre personas). Si incluimos
varias hay que procurar que la información que nos den sea complementaria y no
reiterativa.
-
Detalles.
Podríamos decir que son el condimento del reportaje. Los planos muy cercanos o de
detalle, si están bien elegidos, tienen un gran impacto visual y es uno de los
principales recursos para que nuestro reportaje adquiera un valor artístico. Es
el momento de jugar esmeradamente con la composición, la luz, los colores, las
texturas y los elementos singulares.
-
Retratos.
Siempre que el tema lo permita, la inclusión de algún retrato añade humanidad y
fuerza a nuestra historia. El retrato puede ser un primer plano si la persona
es muy relevante en la historia o incluir el entorno que rodea al personaje. En
cualquier caso el mejor retrato siempre será aquel que resulte más expresivo.
-
Instantes
decisivos. Son el otro elemento clave para dotar de singularidad a nuestro
trabajo. La inclusión de una acción en su momento álgido que sabemos que es
irrepetible, siempre ha constituido uno de los pilares fundamentales de los
grandes maestros documentalistas. Desde mi punto de vista, este tipo de foto es
el que menos podemos planificar y requiere, además de una gran capacidad de
observación y de pericia, de una cierta dosis de suerte.
-
Una
fotografía de conclusión. Todas las historias tienen un final que puede ser
conclusivo o que sugiera una continuidad en el futuro. Podemos optar por un
plano general que nos muestre las consecuencias de nuestra historia o de un
detalle o situación que invite al espectador a continuar su propia narración.
Desde mi punto de vista, puede ser la foto más difícil y la requiera una mayor
dosis de genialidad por parte del autor.
Como ya he comentado antes, no es necesario abarcar todo el
espectro que plantea la lista, pero si hacemos uso de ella y la acomodamos a
nuestro estilo característico, las posibilidades de obtener un trabajo con
coherencia, claridad y personalidad aumentan notablemente.
Para finalizar, me gustaría resaltar que, para documentar
una historia que se desarrolla en un tiempo determinado (ya sea breve o largo),
es importante valorar los momentos más propicios para obtener las imágenes que
buscamos. Siempre podremos observar que hay periodos en los que la acción es
más intensa y relevante o los que la luz es más atractiva. Acertar en este
aspecto puede que sea el factor que determine en mayor medida la calidad del
trabajo. Para captura una escena el
primer requisito es estar en el lugar y en el momento adecuado.
Aquí os dejo algunos mosaicos que pueden ilustrar con imágenes las ideas desarrolladas en los párrafos anteriores.
"Un chaparrón en Florencia"
"Besapié de Nuestro Padre Jesús Nazareno"
"Un paseo por el Sena"
"Procesión del Cristo de la Buena Muerte""
"Lisboa desde la línea 28"
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